Estados Unidos y Francia han firmado esta semana en Washington un acuerdo de cooperación para el seguimiento de la basura espacial. Dicho acuerdo comportará la puesta en común del conocimiento de ambos países de las trayectorias de los deshechos que evolucionan libremente en el espacio.
El CNES (el Centro de Estudios Espaciales francés) estima la presencia de 200.000 objetos en órbita con un tamaño entre 1 y 10 centímetros, y de 13.000 de más de 10 centímetros. Por su parte, el Pentágono monitoriza en continuo la trayectoria de 22.000 restos espaciales. La razón de este control detallado es que incluso los fragmentos de menor tamaño, del orden de un centímetro, pueden causar daños irreversibles a una misión espacial o un satélite debido a las grandes velocidades a las que se desplazan.
Desde el lanzamiento del primer satélite espacial, el famoso Sputnik, en 1957, la cantidad de basura espacial no ha cesado de aumentar. El objetivo de monitorizar la quincalla espacial es, qué duda cabe, evitar una eventual colisión con instrumentos en activo, pero este acuerdo franco-americano tiene también su lado estratégico para el control del espacio.  No hay que olvidar que la imagen por satélite juega un rol determinante en la defensa de los países.

Créditos imagen:
Basura espacial alrededor de la Tierra - CNES

Más información:
CNES – Página web sobre la basura espacial
NASA Orbital Debris Program Office

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El autor

Annia Domènech es Licenciada en Biología y Periodismo. Periodista científico responsable de la publicación caosyciencia.

Un anillo de agujeros negros

Ángel R. López Sánchez / 10-02-2011

Imagen de Arp 147 combinando datos ópticos (HST) y rayos X (Chandra)Arp 147 es una pareja de galaxias en fuerte interacción localizada a unos 430 millones de años luz de la Tierra sobre la constelación de Cetus. La colisión entre ambos objetos, que una vez fueron una típica galaxia elíptica y una típica galaxia espiral, ha generado una onda expansiva de formación estelar intensa en lo que era la galaxia espiral, deformando este objeto de tal forma que ahora tiene una estructura claramente anular. Este anillo está constituido básicamente por estrellas muy jóvenes, que brillan en azul en esta imagen profunda conseguida con el Telescopio Espacial Hubble (NASA/ESA). Muchas de las estrellas azules son además muy jóvenes y masivas, viviendo muy rápidamente (en pocos millones de años) y explotando pronto como supernovas. Usando datos en ultravioleta e infrarrojo, los astrofísicos han estimado que la formación estelar intensa en este anillo terminó hace unos 15 millones de años. Los restos de supernova (estrellas de neutros o agujeros negros) pueden brillar mucho en rayos X si la estrella progenitora pertenecía a un sistema binario. En efecto, la emisión en rayos X provendría de la caída de material de esta estrella compañera sobre el resto de supernova, siendo especialmente intensa en el caso de tratarse un agujero negro. El satélite Chandra (NASA) consiguió recientemente datos en rayos X de Arp 147. En la imagen, los objetos rosáceos que aparecen sobre el anillo de formación estelar corresponden precisamente a la emisión en rayos X proveniente de agujeros negros formados muy recientemente. Los astrofísicos han estimado que dichos agujeros negros (9 en total) tienen una masa de entre 10 y 20 veces la masa del Sol. Chandra también ha detectado emisión en rayos X en el centro de la galaxia elíptica, que contiene un agujero negro supermasivo. Sin embargo, su poco brillo en rayos X indica que este agujero negro supermasivo no es muy activo. El objeto brillante a la izquierda de la galaxia elíptica es un cuásar lejano que no está asociado físicamente a Arp 147.

Créditos de la Imagen: Imagen de Arp 147, una pareja de galaxias en fuerte interacción, conseguida con el Telescopio Espacial Hubble combinando datos en filtros azules, verdes y rojos. El objeto de la izquierda era una galaxia elíptica típica, mientras que el objeto de la derecha era una galaxia espiral que ha sido completamente deformada por la interacción, formando un brillante anillo de formación estelar. En rosa se ha superpuesto una imagen en rayos X obtenida por el satélite Chandra, que muestra la posición de 9 agujeros negros sobre el anillo de formación estelar. La imagen abarca unos 54 segundo de arco en el cielo que, a la distancia de Arp 147, corresponden a 115,000 años luz. Crédito: óptico: NASA/STScI, rayos X: NASA/CXC/MIT/S.Rappaport et al.

Más información:

Página web del satélite Chandra

Página web con la nota de prensa de Chandra

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El autor

Ángel R. López Sánchez es Licenciado en Física Teórica. Doctor en Astrofísica por la Universidad de La Laguna. Actualmente investiga en el Australian Astronomical Observatory / Macquarie University (Sídney, Australia). Es astrónomo aficionado desde niño y autor del blog de divulgación astronómica "El Lobo Rayado".

El Sol al completo

Ángel Gómez Roldán / 08-02-2011

En octubre del año 2006, la NASA lanzó al espacio dos sondas espaciales que abandonaron la órbita de la Tierra y se dirigieron a puntos opuestos del espacio. Este mes de febrero, las naves STEREO han alcanzado los 180 grados de separación mutua, logrando así su objetivo: mirar cada una a un hemisferio distinto de nuestra estrella, el Sol.
Diseñadas para estudiar el Sol en su conjunto, la privilegiada posición de las STEREO permite por primera vez a los científicos obtener imágenes de 360° del disco solar. La mecánica es muy simple; desde su posición relativa, cada una de las naves fotografía una mitad de la esfera solar, y en la Tierra los investigadores las combinan para crear una imagen del Sol al completo.
Una de las nuevas capacidades que permitirán estas observaciones es la de mejorar nuestra previsión de las erupciones solares, ya que podremos detectar el surgimiento de una de ellas incluso si tiene lugar en la cara oculta del Sol vista desde la Tierra. Estas violentas tormentas magnéticas pueden averiar satélites, trastornar las comunicaciones e incluso dañar las redes eléctricas de alta tensión, por lo que conocerlas con anticipación gracias a datos como los de STEREO puede ayudar a paliar sus efectos.
Estas primeras fotografías y datos del Sol en su totalidad son solo un aperitivo de lo que está por llegar. En los próximos días y semanas, la agencia espacial estadounidense hará públicas nuevas imágenes y películas a medida que se procesen los datos que llegan de STEREO.

Créditos imagen: La “cara oculta” del Sol vista por los satélites STEREO el 2 de febrero de 2011. (NASA)

Más información:
Humans see a 360° view of the Sun
Web de la misión STEREO.

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El autor

Ángel Gómez Roldán es Divulgador científico especializado en astronomía y ciencias del espacio, y director de la revista "AstronomíA".

Zeta Ophiuchi en infrarrojo

Ángel R. López Sánchez / 07-02-2011

El satélite infrarrojo WISE (Wide-field Infrared Survey Explorer), lanzado por NASA en diciembre de 2009, tiene como objetivo principal hacer un mapa del polvo que existe en nuestra Galaxia mediante observaciones en colores del infrarrojo (longitudes de onda de 3.4, 4.6, 12 y 22 micras) obtenidas con unos detectores enfriados a 259 grados bajo cero (14 grados por encima del cero absoluto de temperatura) muy sensibles a la radiación infrarroja. WISE también posee un gran campo de visión, siendo capaz de recoger en una sola toma el equivalente a 1.5 lunas llenas. Aunque las observaciones concluyeron en 2010 aún se está trabajando en conseguir el mapa en infrarrojo del cielo, que se hará público en 2012. Sin embargo, WISE está proporcionando ya resultados científicos muy interesantes de regiones concretas del cielo. Por ejemplo, recientemente se ha publicado el hallazgo de una onda de choque alrededor de la estrella Zeta Ophiuchi. La estrella Zeta Ophiuchi (en el centro de la imagen, destacando en color azul), que tiene una masa unas 20 veces superior a la del Sol, está localizada a unos 460 años luz de la Tierra entre las nubes oscuras de la Vía Láctea que atraviesan la constelación zodiacal del Portador de Serpientes, Ofiuco. Es una estrella muy luminosa, brilla como lo harían 65,000 estrellas como el Sol; en realidad sería una de las estrellas más brillantes que veríamos desde Tierra si no estuviese envuelta en densas nubes de polvo. Una vez perteneció a un sistema binario, pero la estrella compañera explotó como supernova, catapultando a Zeta Ophiuchi a gran velocidad. En efecto, los astrofísicos han medido que esta estrella se mueve a unos 24 kilómetros por segundo, lo que corresponde a 86,400 km/h. Al moverse a gran velocidad sobre un medio interestelar relativamente denso está calentando el gas y polvo circundantes, creando una onda de choque que se aprecia claramente en color amarillo en esta imagen en infrarrojo del satélite WISE. El resto de material difuso y rico en polvo interestelar frío está coloreado en verde. Esta imagen abarca unos 1.5º de cielo, equivalente a unos 12 años luz a la distancia de Zeta Ophiuchi.

Créditos imagen: Imagen en infrarrojo de la estrella Zeta Ophiuchi conseguida con el satélite WISE. Esta estrella al moverse a gran velocidad está creando una onda de choque en el gas circundante y calentándolo. Los colores azules representan a radiación emitida en frecuencias de 3.4 y 4.6 micras, que corresponde a la emisión de las estrellas. Colores verdes y rojos corresponden a imágenes en los filtros de 12 y 22 micras, respectivamente, que corresponden a la emisión del polvo interestelar. - WISE, NASA/JPL-Caltech/UCLA.

Más información:

Página web de satélite WISE
Noticia sobre Zeta Ophiuchi

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El autor

Ángel R. López Sánchez es Licenciado en Física Teórica. Doctor en Astrofísica por la Universidad de La Laguna. Actualmente investiga en el Australian Astronomical Observatory / Macquarie University (Sídney, Australia). Es astrónomo aficionado desde niño y autor del blog de divulgación astronómica "El Lobo Rayado".

Planetas, planetas y más planetas

Ángel Gómez Roldán / 04-02-2011

La misión espacial Kepler consiste en un pequeño telescopio orbital de la NASA de 1,4 m de abertura cuyo objetivo es buscar planetas extrasolares de tamaño terrestre observando exhaustivamente una región concreta del cielo, y ver cuáles de ellos se encuentran en las zonas habitables de sus estrellas. Lanzado en marzo de 2009, acaban de hacerse públicos los datos de sus observaciones en los primeros cuatro meses de su misión, de mayo a septiembre de 2009, y los resultados no pueden ser menos que fascinantes: 1.235 candidatos a exoplanetas, 68 de los cuáles tienen tamaños parecidos a la Tierra. E, incluso, cinco de estos parecen orbitar en las regiones en torno a sus estrellas donde el agua puede estar en estado líquido, es decir, son potencialmente planetas habitables.
Es importante recalcar que se trata de candidatos no confirmados, son necesarias más observaciones para validar estos aspirantes. Sin embargo, lo más importante es que la técnica de trabajo de Kepler (buscar los planetas a través de la disminución de la luz en una estrella cuando pasan por delante de ella, el llamado método de los tránsitos) es la correcta y promete espectaculares descubrimientos, de los cuales este millar largo de candidatos son solo un aperitivo. Si se confirma la mayor parte de estos, y Kepler encuentra realmente planetas habitables de tipo terrestre en la diminuta parcela de cielo que está estudiando, las consecuencias para nuestro concepto del mundo y del universo pueden ser extraordinarias. Una simple extrapolación de estos datos de Kepler es que los planetas extrasolares sean tan numerosos o más que las propias estrellas de la Galaxia, y que, según algunos investigadores, habría cientos de miles de mundos similares a la Tierra en la Vía Láctea. De ser así, podría decirse que estaríamos presenciando una nueva revolución copernicana en la historia de la Astronomía. La respuesta, en pocos años.

Créditos imagen: Esta imagen muestra a los candidatos a exoplanetas descubiertos por Kepler codificados en diferentes colores según sus tamaños y su situación en el campo de visión de los detectores del telescopio espacial. (NASA/Wendy Stenzel)

Más información: Kepler detects more than 1,200 possible planets

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El autor

Ángel Gómez Roldán es Divulgador científico especializado en astronomía y ciencias del espacio, y director de la revista "AstronomíA".