Un choque entre dos galaxias espirales suele desencadenar un brote de formación estelar. Gracias a las observaciones en el infrarrojo del telescopio espacial Spitzer, de la NASA, se ha podido detectar en esta longitud de onda el brote de formación estelar más luminoso jamás visto lejos de las zonas centrales de galaxias en colisión.
La imagen adjunta obtenida por el Spitzer muestra a estas dos galaxias, denominadas II Zw 096, en plena fusión, y destaca en ella el brillo carmesí de la emisión infrarroja debida a la intensa actividad de formación estelar. Esta zona donde están naciendo estrellas apenas tiene 700 años luz de tamaño, comparada con los más de 50.000 años luz de II Zw 096, pero emite ella sola cerca del ochenta por ciento de la energía infrarroja de las galaxias, lo que da idea de la enorme actividad de este “criadero de estrellas”.
Créditos imagen: En esta imagen de la galaxia II Zw 096 se ve cómo destaca claramente el enorme brillo infrarrojo de su región de formación estelar. (NASA/JPL-Caltech/H. Inami –SSC/Caltech)
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Spitzer Reveals a Buried Explosion Sparked by a Galactic Train Wreck
Ángel Gómez Roldán es Divulgador científico especializado en astronomía y ciencias del espacio, y director de la revista "AstronomíA".
La nebulosa planetaria NGC 1514, a veces llamada Bola de Cristal por su aspecto en el visible, es un sistema binario situado a 800 años luz, en la constelación de Tauro. Está compuesta por una estrella gigante moribunda y una enana blanca que procede de la contracción de otra estrella todavía mayor que su compañera. Al estar al final de su vida, la estrella gigante expulsa el material de sus capas más externas y éste forma una gran burbuja alrededor de las dos estrellas. Los investigadores creen que los chorros de material procedente de la enana blanca chocan contra el muro que forma la burbuja. Allí donde impactan contra el muro, el polvo se calienta y entonces “brilla” en el infrarrojo, por lo cual es observable en esta longitud de onda, mientras que en el visible no es posible detectarlo.
A la izquierda, una imagen en el visible de NGC1514 obtenida en el marco del proyecto DSS (Digitized Sky Survey): no se distingue el muro. En el interior de la burbuja se ve en azul el material expulsado anteriormente por el sistema binario.
A la derecha, una imagen en el infrarrojo de NGC1514 obtenida por el satélite WISE (Wide-field Infrared Survey Explorer) de la NASA: el muro se aprecia en naranja. En el interior de la burbuja se distingue en verde el material expulsado anteriormente por el sistema binario.
Créditos imagen: NASA/JPL-Caltech/UCLA
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WISE
Annia Domènech es Licenciada en Biología y Periodismo. Periodista científico responsable de la publicación caosyciencia.
La Agencia Japonesa de Exploración Aeroespacial (JAXA) ha hecho pública hoy una nota de prensa en la que comunica que por fin ha podido confirmar que el módulo de la sonda Hayabusa, que regresó a la Tierra el pasado 14 de junio, contiene en su interior trozos microscópicos del asteroide Itokawa, visitado por esta sonda en el año 2005.
Basándose en los resultados de observaciones con microscopio electrónico de barrido y análisis de las muestras recogidas con una espátula especial del interior de uno de los dos compartimientos de la cápsula, los científicos de la JAXA han identificado alrededor de unos 1.500 granos de partículas rocosas de un tamaño de unos diez micrómetros de media (unas diez milésimas de milímetro).
Los minerales identificados en dichas partículas son típicos de ciertas clases de meteoritos, y no se corresponden con ningún tipo de rocas existentes en la superficie terrestre, siendo además consistentes con las observaciones remotas del asteroide Itokawa realizadas por Hayabusa. Por último, no se han encontrado en la cápsula de muestras ninguna partícula de rocas terrestres como las que existen en los lugares de lanzamiento y aterrizaje de la sonda, lo que confirma que los minúsculos granos encontrados en el interior de la cápsula provienen definitivamente de Itokawa.
Ahora, los investigadores japoneses planean las estrategias para analizar en detalle estos valiosos fragmentos de asteroide, los primeros traídos directamente desde el espacio.
Créditos imagen: Impresión artística de la sonda Hayabusa a punto de recoger muestras del asteroide Itokawa. (JAXA)
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Identification of origin of particles brought back by Hayabusa (Nota de prensa oficial de JAXA).
El asteroide y el halcón
Ángel Gómez Roldán es Divulgador científico especializado en astronomía y ciencias del espacio, y director de la revista "AstronomíA".
Al final de la década de los años setenta del pasado siglo, el descubrimiento de la presencia de oscilaciones en el Sol dio origen a una nueva disciplina científica, la Heliosismología, que hizo posible por vez primera atravesar cognitivamente la superficie solar. Las frecuencias observadas permitían sondear en sus entrañas del mismo modo que la propagación de ondas en nuestro planeta permite a los sismólogos conocer su interior. Los llamados “latidos del Sol” han sido “escuchados” con redes de telescopios terrestres y mediante satélites. Era sólo cuestión de tiempo que esta nueva ventana al conocimiento se abriera a otras estrellas: la Astrosismología. Ambas disciplinas son las protagonistas de la XXII Canary Islands Winter School of Astrophysics, organizada por el Instituto de Astrofísica de Canarias, que ha empezado hoy en Tenerife.
Créditos imagen:
Las estrellas pulsantes en el Diagrama de Hertzsprung-Russel - Gabriel Pérez Díaz, Servicio MultiMedia (IAC)
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XXII Canary Islands Winter School of Astrophysics (Inglés y español)
Annia Domènech es Licenciada en Biología y Periodismo. Periodista científico responsable de la publicación caosyciencia.
El telescopio espacial de rayos gamma FERMI de la NASA ha descubierto una gigantesca estructura desconocida en nuestra galaxia, la Vía Láctea. Nunca se había detectado con claridad hasta ahora. Con un tamaño de 50.000 años luz (¡la mitad del diámetro de la Vía Láctea!), los científicos piensan que esta formación puede ser el resto de la erupción de un agujero negro supermasivo en su centro, que tuvo lugar hace millones de años.
Básicamente, la estructura observada por FERMI son dos enormes burbujas emisoras de rayos gamma que se extienden de manera más o menos simétrica 25.000 años luz por encima y debajo del centro galáctico. Con una intensidad energética superior a la emisión difusa de rayos gamma que puebla la Vía Láctea, y unos bordes bien definidos, todo hace pensar que estas burbujas fueron expulsadas en un proceso relativamente rápido y violento, como los chorros de partículas emitidos por la materia al caer a un agujero negro supermasivo. Sin embargo, el origen concreto de estas extrañas burbujas aún se desconoce.
Créditos imagen: Visión artística de las burbujas de rayos gamma halladas por Fermi en la Vía Láctea. (NASA/GSFC)
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NASA's Fermi Telescope Finds Giant Structure in our Galaxy
Ángel Gómez Roldán es Divulgador científico especializado en astronomía y ciencias del espacio, y director de la revista "AstronomíA".