En los años cuarenta, la primera computadora electrónica, de treinta toneladas de peso, funcionaba con 18.000 válvulas de vacío.
La lluvia escudriñada tenía un nombre de cuento: lluvia de estrellas. También procedía del cielo, pero nunca llegaba a tocar tierra.
El sistema de numeración de los botocudos sorprendió por su carácter rudimentario: todo lo que sabían contar era 'uno', 'dos' y... 'muchos'.
La única estrella visible durante todo el día, de noche está en el otro lado. Gracias a ello, su luz y calor benefician el planeta entero.
Érase una vez una princesa fenicia que, tras ser secuestrada por Zeus, dio nombre a un continente y a una luna.
El cometa Tempel recibió un proyectil mientras era apuntado con muchos telescopios, entre otros los del Observatorio Roque de los Muchachos.