Dibujos de estrellas

Annia Domènech / 21-08-2006

En el cielo brillan las estrellas, unas con mayor intensidad y otras con menos. Uniendo con trazos las más visibles surgen las constelaciones, que son figuras geométricas cuyos nombres revelan una gran imaginación. Pueden ser de verano, otoño, invierno y primavera. Unas dejan paso a otras por el giro anual de la Tierra en torno al Sol.

A lo largo de los siglos, muchas culturas distintas han mirado el cielo, y no con los mismos ojos. Lo que a algunos les pareció una osa, para otros era un carro o una cacerola. Recorriendo con la mirada las constelaciones se pueden recordar mil y una historias, muchas mentiras y alguna verdad.

En el s. II d.C., Ptolomeo había clasificado 48 constelaciones. Hoy se cuentan 88. Los nombres que se encuentran en el hemisferio norte se remontan con frecuencia hasta la Antigüedad y, por ello, aluden a la mitología y son de origen griego. Muchos fueron también puestos por los árabes en la Edad Media. En cambio, en el hemisferio sur, que empezó a conocerse con los viajes de exploración realizados a partir del s. XVI, recuerdan temas científicos.

La esfera celeste es un globo imaginario sobre el que se proyecta el cielo nocturno. Para posicionar un objeto se utiliza la ascensión recta y la declinación. La ascensión recta informa en horas y minutos de cuán lejos está sobre el ecuador y la declinación, en grados, da su altura por encima o por debajo de éste. Algunas constelaciones son visibles desde los dos hemisferios; eso sí, sus posiciones y movimientos aparentes se aprecian invertidos en cada uno de ellos. Para encontrar una constelación hay que tener en cuenta la fecha, la hora y el lugar desde el que se observa.

Los astrónomos, que son los que "nombran a las estrellas", se han puesto de acuerdo para llamar a las constelaciones con un nombre en latín internacionalmente reconocido, cuya abreviación se utiliza para designar a los objetos que las forman. La Osa Mayor es Ursa Major. Dentro de una constelación, una letra griega clasifica las estrellas según su brillo. Por ejemplo, "Vega" es "α Lyr", puesto que es la estrella más luminosa de la constelación de Lira. El alfabeto se sucede al mismo tiempo que disminuye la luminosidad.

A causa de la rotación terrestre, las estrellas cercanas al ecuador celeste parecen cruzar el firmamento de este a oeste, lo mismo que los planetas y la Luna. Pero aquellas que están junto a los polos celestes giran a su alrededor sin salir ni ponerse nunca. Lo hacen en el sentido de las agujas de un reloj en el sur, e invertido en el norte.

Por tanto, el firmamento se pasea en torno a la Estrella Polar, que indica el norte celeste y que está justo en la vertical del punto cardinal norte, razones por las que fue referente obligado de navegantes y viajeros durante siglos. Pertenece a la constelación de la Osa Menor, hermana pequeña de la Osa Mayor, pero menos luminosa y más difícil de distinguir.

De hecho, para encontrar la Polar nada mejor que partir de la Osa Mayor y prolongar cinco veces la distancia entre las estrellas Mérak (β UMa) y Dubhe (α UMa). Esta constelación es fácil de ver por su gran tamaño y el brillo de sus siete estrellas, cuatro formando el cuerpo y tres la cola. Si se sabe dónde se sitúa el norte, allí es dónde hay que mirar para verla. Si no se sabe, gracias a ella se puede encontrar el norte.

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El autor

Annia Domènech es Licenciada en Biología y Periodismo. Periodista científico responsable de la publicación caosyciencia.

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