Diferentes formas de mirar

Annia Domènech / 20-11-2002

El cielo ha excitado desde siempre la imaginación del hombre, que ha creado mil y una explicaciones para lo desconocido. Son historias que no nos aclaran, o sí, lo que ocurre por allí arriba.

Mito esquimal sobre el origen del Sol, la Luna y las Estrellas.

Cuando las tinieblas cubrían la Tierra, una muchacha era visitada por la noche por alguien cuya identidad no podía descubrir. Determinó averiguar quien pudiera ser. Mezcló un poco de hollín con aceite y se pintó el pecho con ello. La próxima vez descubrió, horrorizada, que su hermano tenía un círculo negro de hollín en torno a la boca. Le reprendió y él lo negó. El padre y la madre se enfadaron mucho y les regañaron a ambos con tanta severidad que el hijo huyó de su presencia. La hija cogió un tizón del fuego y le persiguió. El corrió hacia el Cielo para escapar de ella, pero ella voló en pos de él. El hombre se transformó en la Luna, y la muchacha que llevaba la antorcha se convirtió en el Sol. Las chispas que saltaron del tizón se convirtieron en las Estrellas. El Sol continuamente persigue a la Luna, que se oculta en la oscuridad para evitar ser descubierta. Cuando se produce un eclipse, se cree que ambos se encuentran.

Cuento esquimal sobre las Auroras Boreales.

Se cree que las Auroras Boreales son las antorchas que sostienen en la mano los Espíritus que buscan las almas de los que acaban de morir para conducirlos más allá del abismo con que termina el extremo del Mundo. Lo atraviesa un estrecho sendero que conduce a la tierra de la claridad y la abundancia, donde ya no hay ni enfermedad ni dolor, y donde hay siempre disponible abundante comida de toda clase. Sólo los muertos y el Cuervo pueden ir a ese lugar. Cuando los Espíritus desean ponerse en contacto con el Pueblo de la Tierra, hacen un silbido, y el Pueblo de la Tierra responde sólo en un tono susurrante. Los Esquimales dicen que pueden llamar a la Aurora Boreal y conversar con ella. Envían mensajes a los muertos por medio de esos espíritus.

Cuento Sioux acerca de la disputa entre el Sol y la Luna

En los días del primer Abuelo, la Luna y el Sol vivían en la Tierra. Entonces, disputaron.
La Luna dijo:
- Se me ha terminado la paciencia contigo. Yo reúno al Pueblo, pero tú lo dispersas. Haces que se pierdan.
- Deseo que crezca mucho Pueblo, por eso los disperso – respondió el Sol-. Tú los dejas en la oscuridad; de ese modo, matas a muchos de hambre.
Entonces, Sol llamó al Pueblo: “¡Eh! Sois Pueblo. Muchos de vosotros se harán fuertes. Os contemplaré desde lo alto. Gobernaré todo vuestro trabajo”.
Dijo Luna: “También yo moraré encima de vosotros. Os congregaré al oscurecer. Juntándoos en gran número, dormiréis. Yo misma regiré todo vuestro trabajo. Andaremos en el sendero, uno detrás de otro. Yo andaré detrás de vosotros”.

Cuentos de los indios Pieles Rojas
Érase una vez... Biblioteca de Cuentos Maravillosos
Adof Hungry Wolf (Lobo Hambriento)
Editado por José. J. de Olañeta, 1988.

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El autor

Annia Domènech es Licenciada en Biología y Periodismo. Periodista científico responsable de la publicación caosyciencia.

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