caosyciencia descubre una semana de 365 días

Annia Domènech / 07-11-2005

El lunes equivale a 52 días. El martes, miércoles, jueves y viernes, también. El sábado, a 52 días casi festivos. Y el domingo a 53 porque regalamos uno para revisar el último artículo. Es nuestra particular Semana Europea de la Ciencia.

Dura un año entero, ya que cada día y cada noche se investiga en alguna disciplina u otra. Además, el interés que despierta la ciencia también es constante, incluso más agudizado en períodos vacacionales, por aquello del tiempo libre.

Museos de ciencia, exposiciones itinerantes, conferencias, páginas web, revistas especializadas, e incluso prensa y televisión (aunque éstas no se prodiguen demasiado), entre otros muchos, hablan de ciencia a quien les quiera escuchar.

caosyciencia, por poner un ejemplo cualquiera, recibe continuamente visitas, sin ir más lejos 11.092 este mes de octubre, que se han traducido en la descarga de 82.911 páginas, 11.752 artículos, 9.975 imágenes, 5.735 vídeos y 5.000 animaciones flash. También están las 14.871 consultas al glosario.

Casi nada, aunque los números siempre impresionen, en comparación con toda la comunicación científica que se realiza continuamente. A veces el flujo de información se concentra en unas fechas determinadas y así cobra mayor protagonismo. Es el caso de la Semana Europea de la Ciencia, que dura desde hoy hasta el 20 de noviembre, una semana muy larga en la cual se concentran múltiples propuestas para aprender más sobre ciencia.

El 2005 es el "Año Mundial de la Física" en conmemoración del centenario del famoso annus mirabilis de Albert Einstein. Coincide, además, con la celebración de los cuatrocientos años de la primera edición de "El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha", la obra más universal de la literatura española. Ciencias y Letras, la tradicional y muy criticada división del conocimiento, coinciden en utilizar las efemérides como una excusa perfecta para divulgar sus sáberes. Quizás habría que reunirlas en alguna ocasión, ¿por qué no con motivo de la Semana Europea de la Ciencia?


"En un lugar de la Tierra, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un científico de los de bata blanca, tiza y pizarra, y bicicleta astrosa.

Es, pues, de saber, que este sobredicho estudioso, los ratos que estaba ocioso se daba a leer revistas científicas con tanta afición y gusto, que olvidó casi de todo punto el ejercicio de la docencia, y aun la administración de sus estudiantes de doctorado; y llegó a tanto su curiosidad y desatino en esto, que vendió muchas novelas de historia y literatura, para suscribirse a más publicaciones científicas en que leer; y así llevó a su casa todas cuantas pudo haber dellas; y de todas ningunas le parecían tan bien como las que se componían con claridad de prosa e intrincadas razones; y más cuando llegaba a leer aquellos requiebros y cartas de desafío a la ciencia, donde en muchas partes hallaba escrito: la razón de la sinrazón que a mi razón se hace, de tal manera mi razón enflaquece, que con razón me quejo de la vuestra dificultad, y también cuando leía: los altos cielos que de vuestra divinidad divinamente con las estrellas se fortifican, y os hacen merecedora del merecimiento que merece la vuestra grandeza.

Con estas y semejantes razones perdía el pobre científico el juicio, y desvelábase por entenderlas, y desentrañarles el sentido, que no se lo sacara, ni las entendiera el mismo Aristóteles, si resucitara para sólo ello.

Muchas veces le vino deseo de tomar la pluma, y escribir a esas revistas; y sin duda alguna lo hiciera, y aun saliera con ello, si otros mayores y continuos pensamientos no se lo estorbaran. Tuvo competencia con el cura de su lugar (que era hombre docto), sobre cuál había sido mejor científico, Newton de Inglaterra o Einstein de Alemania; mas el maestro decía que ninguno llegaba a Galileo de Pisa, y que si alguno se le podía comparar, era Arquímedes de Siracusa. En resolución, él se enfrascó tanto en su lectura, que se le pasaban las noches leyendo de claro en claro, y los días de turbio en turbio, y así, del poco dormir y del mucho leer, se le secó el cerebro, de manera que vino a perder el sentido común.

Llenósele la fantasía de todo aquello que leía en los artículos, así de experimentos, como de observaciones, ecuaciones, desarrollos y otros, y asentósele de tal modo en la imaginación que era verdad toda aquella máquina de biología, matemática, astronomía, medicina y otras, que para él no había otra historia más cierta en el mundo.

En efecto, rematado ya su juicio, vino a dar en el más extraño pensamiento que jamás dio loco en el mundo, y fue que le pareció convenible y necesario, así para el aumento de su honra, como para el servicio de su república, hacerse comunicador científico, e irse por todo el mundo con sus argumentos a explicar todo aquello que él había leído, deshaciendo toda pseudociencia, y poniéndose en ocasiones y peligros, donde acabándolos, cobrase eterno nombre y fama."

Trascripción muy libre de "El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha"

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El autor

Annia Domènech es Licenciada en Biología y Periodismo. Periodista científico responsable de la publicación caosyciencia.

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