Ocho y media de la mañana en el Observatorio del Roque de los Muchachos. Aprovechando los diez minutos que la cúpula de Gran Telescopio CANARIAS (GTC) necesita para cerrar se apuran las últimas calibraciones del día, necesarias para poder considerar que la noche de observación ha sido completa. Para ser precisos, son 9 minutos y 42 segundos, ya que se trata de una compuerta muy grande y exige su tiempo. Con un espejo segmentado de 10,4 m de diámetro, el GTC es el mayor telescopio óptico e infrarrojo en actividad por lo que todo lo referido a él es, por supuesto, “grande”.
Aún así, falta un paso más para determinar que las observaciones han sido exitosas, y es que el astrónomo de soporte de guardia, desde la base de operaciones en Breña Baja (donde reside el centro administrativo desde el que se dirige el GTC), revise a lo largo de ese mismo día que comienza cada bloque de observación realizado por la noche y le dé su visto bueno. Gracias a esto, una buena cantidad de usuarios recibirán la notificación de que sus observaciones han sido llevadas a cabo con éxito y cumpliendo estrictamente los requisitos que los comités de asignación de tiempo (o CATs) dieron en su momento. Estos comités actúan como jueces imparciales repartiendo el tiempo disponible en cada telescopio entre los usuarios que presentan los proyectos más interesantes desde el punto de vista científico. Asimismo asignan unas condiciones concretas de calidad para las noches concedidas, que son imprescindibles -al menos todos los IP (investigadores principales de proyecto) lo creen-, para hacer la mejor ciencia posible.
Esta forma de operar es conocida como “observación en modo cola”. En esta modalidad, el usuario no está presente en el telescopio supervisando las observaciones o, lo que es más habitual, llevándolas a cabo, sino que se encarga de realizarlas el equipo del telescopio, del cual formo parte. GTC decidió en su momento comenzar su fase de operaciones científicas empleando este modelo más flexible, que permite maximizar la producción científica salida del telescopio. El objetivo es asegurar que los programas de mayor relevancia científica sean observados en condiciones óptimas independientemente de la buena o mala suerte que se tenga con la climatología, a cuyos vaivenes los astrónomos estamos acostumbrados tras experimentar muchas observaciones frustradas a lo largo de nuestras carreras.
En el modo en cola, los programas científicos se ordenan siguiendo la prioridad asignada por los ya mencionados comités de asignación del tiempo (en el caso de GTC hay tres: el CAT español, el CAT mexicano y el TAC de Florida), para cada posible tipo de noche con la que nos encontremos. Así, en una noche despejada y sin Luna, serán un tipo de propuestas las que tendrán mayor prioridad, pero si por el contrario la noche presentara nubes, serán otro tipo de propuestas las que pasarán a poseer la prioridad máxima. Esta variabilidad imposibilita la presencia del astrónomo visitante, ya que no se puede adivinar a priori qué condiciones nos vamos a encontrar al abrir el telescopio.
Es aquí donde la figura del astrónomo de soporte adquiere autentica relevancia. En el GTC no hay astrónomos visitantes (de momento), por lo que toda la responsabilidad de la observación recae sobre los hombros del equipo del telescopio. Cualquier error, el inevitable “factor humano”, o ineficiencia en el desarrollo de las observaciones no podrá ser cargado al debe del astrofísico propietario de las mismas sino que será única y exclusivamente atribuible a los astrónomos de soporte. Es por esto que las observaciones en modo cola poseen un grado de exigencia máximo, y llevan al equipo de observación al límite de su capacidad. Cuando se observa “para otros” el grado de atención es total, ya que se intenta lograr que los datos sean lo más cercanos posible a lo solicitado por el usuario, hasta el mínimo detalle. Ya sabemos que un cliente satisfecho es parte fundamental en el éxito de cualquier negocio…
Este modo de observación requiere además que los astrónomos de soporte del GTC dispongan de una amplia experiencia no sólo en el control y manejo de los dispositivos propios del telescopio (lo que se les supone), sino también en las diferentes estrategias de observación propias de los variados programas científicos a observar. Cuando un científico observa su propio programa, a lo largo de los años adquiere una familiaridad tan grande con él que el grado de eficacia en horas de telescopio aprovechadas es altísimo.
En el GTC, el astrónomo de soporte nunca podrá ser tan eficiente como el propio usuario propietario de las observaciones, pero debe cuando menos aspirar a serlo. En una noche nos encontraremos con observaciones espectroscópicas, de imagen profunda, filtro sintonizable, espectroscopía multiobjeto… y esto sólo refiriéndonos al caso de OSIRIS, el instrumento óptico del que disponemos actualmente en el telescopio. Una vez finalizado el período de ajustes y puesta a punto de Canaricam (el segundo instrumento con el que contará el GTC en breve), la ecuación se complicará hasta límites insospechados. Cada vez que se monte un nuevo instrumento se abrirá un nuevo rango de operación con estrategias propias, nuevos modos de observación… que prometen un futuro excitante.
Y todo esto se realiza, como es lógico, con la dificultad añadida propia del trabajo nocturno realizado a 2.400 metros de altura. Si uno preguntase a cualquier astrónomo de soporte de alguno de los otros telescopios del Observatorio del Roque de los Muchachos cuáles son las noches de trabajo más duras sin dudarlo su respuesta sería las “noches de servicio”, noches donde son ellos los que deben realizar las observaciones en sustitución del propietario de las mismas…. ¡Afortunados ellos!, nosotros en el GTC sólo tenemos de este tipo.
También es cierto que no todos los días puede tener uno en sus manos el control de una de las máquinas de ingeniería punteras del país, con todas las complicaciones (y satisfacciones) que ello supone. Pero en definitiva, esto es lo realmente divertido y estimulante de este trabajo, y por eso lo hemos elegido. Así que el astrónomo de soporte se lo recuerda a sí mismo cuando dan las ocho y treinta y cinco de la mañana, la observación del día llega a su fin, y se pregunta si las últimas imágenes de calibración tendrán la calidad suficiente para que el usuario esté satisfecho, deseando que los datos tomados a lo largo de la noche sirvan para que en algún lugar alguien realice un avance importante en su campo de investigación, acorde con lo esperado de un proyecto de la magnitud del GTC dentro de la astronomía española. No lo olvidemos, los datos proceden del que es por el momento el mayor telescopio óptico e infrarrojo del mundo, así que ¡deben cumplir con las esperanzas puestas en ellos!
Vea lo espectacular que resulta el movimiento de uno de los grandes proyectos de ingeniería realizados en España.
Créditos: G. Pérez (SMM/IAC)
Antonio Cabrera Lavers es Doctor en Astrofísica por la Universidad de La Laguna. Actualmente ocupa un puesto de astrónomo de soporte en el Gran Telescopio CANARIAS (GTC), en el cual es el astrónomo responsable del instrumento OSIRIS.
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