Cuando quiero ver algo, lo toco

Candelaria Darias Armas / 06-02-2003

Bondad, ingenuidad, tranquilidad... sensaciones que pueden ser transmitidas y captadas por el arte, aunque abstractas, difíciles de explicar.

Licenciada en Ciencias Políticas en la especialidad de relaciones internacionales, soy una persona joven y risueña, me encantan los deportes y la literatura. Me quedé ciega hace unos años. Todos los días me levanto, ducho, desayuno, visto, maquillo, hago la cama, me peleo con el ordenador... pero cuando tengo delante un cuadro y me lo describen no puedo captar su alma, sólo imaginar. Lo mismo me pasa con un paisaje; puedo oír un río, darme cuenta por el sonido del viento de que hay montañas, me pueden contar cómo es, pero no tengo una imagen global de mi entorno.

Esto me ocurre con todos los objetos. Cuando quiero ver algo, lo toco. La información que obtengo es secuencial, aunque al final pueda conocer el objeto en su globalidad. Si es más grande que yo, la información es incompleta. Con los lugares nuevos a los que llego sucede lo mismo, con el bastón puedo moverme, pero no saber cómo son.

Hay personas que no entienden para qué plasmar la belleza de un sitio en un cuadro si se puede disfrutar de ella en vivo; deben ser las mismas que piensan que si los ciegos con un perro-guía o un bastón obtenemos la información suficiente para movernos no necesitamos sentir lo que nos rodea. Afortunadamente, para los miembros del proyecto Espacio Acústico Virtual es importante y han conseguido que los ciegos obtengamos imágenes globales del entorno en tiempo real.

Este proyecto empezó con la sustitución sensorial, que es la capacidad del cerebro para realizar actividades con diferentes sentidos (leer en braille, en el caso de los ciegos). Si en el cerebro se forma una imagen de los objetos mediante la información captada por los ojos, en caso de fallar ésta se podría intentar percibir dicha información enviando la señal adecuada con el oído como vehículo transmisor. Básicamente, el concepto es que si rodeáramos con altavoces un objeto, por ejemplo una columna, las personas ciegas podríamos adivinar su presencia, dimensiones y forma.

Como esto no se puede hacer, construimos un prototipo compuesto por gafas, cascos y un procesador. Las gafas tienen unas cámaras que captan los objetos que hay delante. El procesador hace un mapa de profundidades de la imagen captada y transforma cada punto de luz en uno sonoro. Este sonido se envía mediante los cascos a los oídos, pero se engaña al cerebro haciendo que el sonido suene como si procediera de los propios objetos y no de los cascos. Gracias a estos sonidos, se forman en el cerebro de las personas que están utilizando el prototipo imágenes reales y globales del objeto, que tienen límites claros y son fácilmente perceptibles.

Algunas de las personas ciegas percibieron fosfenos durante las pruebas. Las resonancias magnético-funcionales que se les hicieron muestran que parte de su corteza visual estaba activada cuando referían estar percibiendo fosfenos.

Las imágenes están allí, lo que la ciencia logra es conseguir que los ciegos podamos verlas. Cuando uso el prototipo, no necesito las manos. Con sólo mover la cabeza puedo saber donde estoy y los objetos toman realidad para mí. Antes sabía que estaban ahí porque me lo decían o ya los había tocado antes, ahora los percibo. Es difícil de explicar, pero existe una gran diferencia cuando son los objetos los que te revelan su existencia. Tengo la sensación de que el espacio está ciertamente ocupado.

Muchas veces, los logros y avances tanto en el arte como en la ciencia son difusos, pero en este caso está claro que se han puesto los cimientos de una nueva forma de entender la vida y disfrutar de su belleza.

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El autor

Candelaria Darias Armas es Licenciada en Ciencias Políticas especialidad Relaciones Internacionales por la UNED. Actualmente trabaja en la ONCE.

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