El Universo a la basura

Annia Domènech / 04-11-2002

¡Qué locura!
Un satélite roto.
Un tornillo suelto acelerado dando vueltas.
Un cohete antaño parte de una misión espacial y ahora en paro.
Todos ellos son objetos artificiales fuera de servicio en órbita alrededor de la Tierra; todos son irrecuperables; todos son basura espacial.

Serán cuatro en guerrilla, ¿o son multitud?
Actualmente, se conocen más de 8.000 objetos en órbita con diámetros superiores a 10 cm. Esta población aumenta en unas 175 piezas cada año. Además, se estima que hay más de 100.000 fragmentos de entre 1 y 10 cm y decenas de millones de partículas menores.

¿Cuál es su "punto de encuentro"?
Mayoritariamente están girando en LEO (Low Earth Orbit, a una altura de unos 2.000 km sobre la superficie terrestre) y en GEO (Geostationary Earth Orbit, a unos 36.000 km), las dos bandas de altitud más utilizadas para situar satélites.

¿Y qué?
Estos trastos inútiles representan una amenaza para los aparatos espaciales que sí funcionan. Existe el riesgo de que la basura espacial choque con satélites en activo o nuevas misiones espaciales, en cuyo caso la elevada velocidad a la que se mueve, 10 km/s de media en LEO, provocaría importantes daños sin que importara el tamaño del proyectil accidental: incluso restos de 1 cm pueden destruir un satélite.

¿Y por qué esta basura no se recoge ni se destruye como la terrestre?
Por desgracia, el hombre no tiene la misma capacidad de generar basura que de recogerla o destruirla; lo mismo sucede en la Tierra. Por tanto, puede permanecer en el espacio largo tiempo. Sólo desaparece cuando, debido al frenado por fricción con la atmósfera terrestre, algunos objetos abandonan su órbita y caen hacia el planeta Tierra, evaporándose la mayoría antes de llegar a su superficie.

¿Entonces no se puede luchar contra esta invasión provocada del espacio?
Cada vez se envían menos objetos al exterior de forma indiscriminada para evitar en lo posible esta invasión y se intenta que los que van no pierdan módulos. Además, con el fin de prevenir en lo posible los impactos, se pretende catalogar y caracterizar la basura espacial, así como establecer en qué círculos orbitales se mueve. Las mediciones se hacen por radar y mediante observaciones con telescopios ópticos. Por ejemplo, en el Observatorio del Teide (Tenerife) se encuentra la OGS (Estación Óptica Terrestre) que, con un telescopio Zeiss de un metro de diámetro y cuatro cámaras CCDs, se dedica a ubicar objetos en el anillo geoestacionario y en órbitas de transferencia geoestacionaria. La OGS es propiedad de la ESA (Agencia Espacial Europea), siendo el Instituto de Astrofísica de Canarias responsable de su funcionamiento.

Comentarios (0)

Compartir:

Multimedia

El autor

Annia Domènech es Licenciada en Biología y Periodismo. Periodista científico responsable de la publicación caosyciencia.

Ver todos los artículos de Annia Domènech

Glosario

  • Satélite artificial