André Balogh es profesor de Física Espacial
en el Departamento de Física del Imperial
College en Londres. Su campo de investigación
se centra en los campos magnéticos del Sistema
Solar y, especialmente, en el de Mercurio.
El hombre no es sensible al campo magnético, por ello le cuesta comprenderlo. Sin embargo, el Sol y la Tierra tienen plasmas ionizados, es decir, cargas libres en movimiento y, por tanto, campos magnéticos. No son los únicos…
¿Cómo genera la Tierra su campo
magnético?
El núcleo terrestre es líquido. Se trata
de un magma muy caliente, un material conductor. Como
el planeta gira, dicho magma también lo hace,
aunque no de manera uniforme. Una rotación no
uniforme de un material conductor crea una dínamo,
y es ella la que da lugar al campo magnético
terrestre, que presenta un polo Norte y un polo Sur.
En algunos momentos se han intercambiado: el polo Norte
ha pasado a ser el polo Sur y viceversa.
¿Qué ha permitido deducirlo?
El estudio del fondo oceánico, en el cual
las distintas capas evidencian las diferentes épocas
conforme han ido sedimentando los materiales. Algunos
de ellos, los férricos, conservan la orientación
de la magnetización inducida por el campo magnético
terrestre. Al analizar las muestras con una secuencia
temporal, se aprecia que ocasionalmente están
magnetizadas en sentidos opuestos. Esto implica que
el campo magnético cambió de orientación.
Ocurre cada centenares de miles de años, o quizás
millones.
No sabemos qué efecto tendría en los seres
humanos un cambio así. Esperemos que no ocurra
pronto, puesto que estoy convencido de que repercutiría
seriamente en nuestra salud. La anulación del
campo magnético terrestre conlleva una pérdida
de protección frente a los rayos cósmicos
y las emisiones del Sol.
Quizás no se detenga para cambiar de
dirección.
No puede ocurrir instantáneamente. No estoy seguro
de la rapidez con la que cambia, pero quizás
tarde centenares de años. Esto implica que durante
este periodo de tiempo el campo magnético es
inestable y, por tanto, no tan protector como ahora.
¿Se ha relacionado con las grandes extinciones
de animales?
Se ha intentado, pero no parece existir una fuerte correlación.
Pienso que las extinciones de animales fueron probablemente
debidas a otras razones como las erupciones volcánicas
o los impactos de meteoritos.
Sin embargo, el cambio de orientación del campo
magnético podría tener un efecto más
sutil. Los rayos cósmicos son partículas
energéticas bastante peligrosas que golpean la
Tierra continuamente puesto que la magnetosfera es insuficiente
para interceptarlos en su totalidad. Si ésta
no existiera, previsiblemente la llegada de rayos cósmicos
aumentaría y con ellos el número de mutaciones.
¿Por qué eventualmente Norte
y Sur se intercambian?
Esto es lo que no entendemos. La teoría de las
dínamos en los planetas es muy complicada y difícil
de verificar de un modo preciso. Sabemos que la dínamo
terrestre actúa más o menos como creemos
que lo hace, pero no podemos predecir sus cambios con
una teoría.
Así que hay campos magnéticos
similares en otros planetas.
Sí, en algunos de ellos. Hay un gran imán,
o campo magnético o dínamo, en Júpiter
y en Saturno. También, aunque más pequeño,
en Neptuno y Urano. Fue la nave espacial Voyager
la que los midió dándolos a conocer.
El caso de Mercurio es muy interesante. Este planeta,
muy pequeño y cercano al Sol, presenta un campo
magnético, lo que ha sido establecido sin ninguna
duda por la única misión espacial que
ha estado allí. Sin embargo, las predicciones
establecían que no tendría ninguno.
Creemos que un planeta se forma a partir de líquido
y después solidifica. En el caso de Mercurio,
al ser tan pequeño habría solidificado
completamente, pese a estar en un lugar de altas temperaturas
por su cercanía al Sol. Si el interior de un
planeta es sólido, en teoría no puede
existir un campo magnético.
Entonces los planetas tienen campos magnéticos
causados por un núcleo interno líquido.
¿No es posible que haya otra razón?
Para Mercurio hay algunas hipótesis propuestas,
ya que hay quien todavía duda de la existencia
de líquido en su interior. Sin embargo, ninguna
es satisfactoria.
En mi opinión, una vez la misión BepiColombo
haya medido adecuadamente el campo magnético
de Mercurio, podrá afirmarse la existencia de
un núcleo líquido. Si fuera así,
algunos teóricos planetarios tendrán que
comenzar otra vez su trabajo.
Hay planetas sin campo magnético. Venus no tiene
campo magnético. Marte en principio tampoco,
aunque algunas misiones de la NASA han determinado la
presencia de uno congelado en la superficie. Parece
que, al solidificarse, el material magnético
permaneció alineado de modo que mantiene un pequeño
campo magnético, pero no procede de una dínamo
inexistente.
La Luna tampoco tiene un campo magnético.
Algunos científicos defienden que en
Marte sí hay una dínamo, pero que ahora
está “escondida”.
Marte tiene un núcleo líquido, pero no
un campo magnético. ¿Es posible que en
estas circunstancias un planeta no comience una dínamo?
Se piensa que sí. Sin embargo, también
sería posible, aunque difícil de verificar,
que justo en este momento se estuviera dando en Marte
el cambio de los polos por el que ha pasado varias veces
la Tierra. En dicho caso no se apreciaría la
dínamo. Se trata de una hipótesis controvertida
porque se puede comprender Marte sin necesidad de que
esto esté ocurriendo.
¿Y el Sol?
Es una gran bola de gas incandescente en el espacio
que carece de rigidez. Tiene cerca de un millón
y medio de km de diámetro y sabemos que rota
(la primera vez que se determinó fue gracias
al movimiento de las manchas solares) y que lo hace
de un modo diferenciado: al alejarte del ecuador e ir
hacia los polos gira más lentamente.
El Sol también vibra. Precisamente a partir de
la propagación de las ondas que hacen oscilar
al Sol, la heliosismología determina algunas
de sus propiedades, como la densidad y la distribución
de temperatura.
Querría saber dónde se origina
el campo magnético solar.
El calor se aleja del núcleo termonuclear solar,
donde es generado, por radiación. Sin embargo,
al llegar a la superficie el calor no puede escapar
lo suficientemente rápido y se forma una zona
de convección, que es donde el Sol burbujea.
Ocurre algo parecido al hervir agua en una cazuela.
Es decir, justo debajo de la zona convectiva (donde
burbujea) está la radiativa (donde no). Entre
ambos lados de esta particular interfaz hay una rotación
distinta, que es donde se origina el campo magnético
solar, donde está la dínamo solar. Esto
se ha sabido en los últimos diez años.
¿Qué son las manchas solares?
En las manchas solares hay campos magnéticos
muy fuertes que bloquean parcialmente el transporte
de energía a través de la atmósfera
estelar. Por ello, son zonas más frías
que el resto de la superficie (de 1500 a 2000 grados
menos) y es por contraste que se ven más oscuras.
Son un síntoma de la actividad del Sol: cuantas
más manchas aparecen más activa es la
estrella.
¿Tienen relación con las tormentas
solares?
Las mayores tormentas solares se producen justo antes
o después del máximo de manchas solares.
Alrededor del máximo, los campos magnéticos
de la superficie del Sol están muy “enredados”,
lo que implica que almacenan mucha energía. Al
desenredarse la liberan en una explosión que
da lugar a las tormentas solares.
Normalmente no coincide con el máximo de manchas
solares, no sabemos exactamente por qué.
¿Cómo pueden dichas tormentas
afectar a la Tierra?
Como ya he comentado, la magnetosfera terrestre desvía
habitualmente gran parte de las partículas procedentes
del Sol. Sin embargo, durante las tormentas solares
se crea un gran número de partículas muy
energéticas que pueden penetrar cerca de la Tierra
y dañar a los astronautas y las naves espaciales,
así como estropear los satélites meteorológicos,
de comunicaciones… Por ejemplo, en enero de 2001
una gran tormenta solar destruyó un satélite
americano de televisión.
Además, como en estas ocasiones el Sol eyecta
una gran cantidad de masa (que viaja muy rápido,
entre 1.000 y 2.000 km/s), ésta golpea la magnetosfera
y provoca las tormentas geomagnéticas, que tienen
varios efectos sobre la Tierra. Entre otros, el fenómeno
de las auroras polares y la posible interrupción
de las comunicaciones de radio y las redes de distribución
eléctrica. Los instrumentos que dependen de la
estabilidad del campo magnético terrestre se
vuelven locos…
¿Pueden predecirse?
Es de lo que se ocupa principalmente la meteorología
espacial. Los expertos que observan los campos magnéticos
solares saben aproximadamente cuando van a explotar,
pero no pueden predecir el día exacto.
No todas las tormentas solares tienen los mismos efectos.
Además, aunque sean grandes pueden pasar de largo
la Tierra. Esto supone un riesgo al hacer predicciones,
que pueden alarmar a la población para que después
no ocurra nada. Predecir la meteorología espacial
es tan susceptible de error como predecir la meteorología
terrestre.
Liberación de partículas procedentes del Sol e impacto tres días después sobre la Tierra, donde son desviadas por la magnetosfera
© NASA
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Annia Domènech es Licenciada en Biología y Periodismo. Periodista científico responsable de la publicación caosyciencia.
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