Enhorabuena a Rubén y a todos los que hacéis posible que tanta gente disfrute, se emocione, ría, se sorprenda e incluso aprenda, bajo ese paraguas mágico que es el planetario y el museo de la Ciencia y el Cosmos de Tenerife. Ah, y un saludo a ese simpático meteorito que después de viajar por todo el Sistema Solar, se quedó a vivir entre vosotros para deleite de grandes y pequeños.
Muchas felicidades. Muy buen artículo y muy cierto. El placer que se siente en esa sala en pocos sitios se siente.
Me recuerdo desde niña tumbada en la arena de la playa mirando las estrellas. Ya de mayor, en Las Cañadas, absorta, observando el cielo en noches cerradas.. El viernes pasado, me enamoré más si cabe del cielo y sus maravillas porque comprendí aún más, gracias a la impecable labor de los dos técnicos del Planetario, los entresijos de nuestro planeta interactuando con el espacio exterior, localización de constelaciones, la Luna...y Saturno!! Te felicito Rubén por tu buen hacer. Volveré de nuevo.