Noche tras noche, la Luna

Annia Domènech / 20-01-2004

Atlas fotográfico de la Luna
S. M. Chong, Albert C. H. Lim, P. S. Ang

Cambridge University Press, 2003

"No Fue Tan Sencillo Imaginar Razones Para Hilar Nombres Muy Variados", como Nectaris, Fecunditatis, Tranquillitatis, Serenitatis, Imbrium, Roris, Procellarum, Humorum, Nubium, Medii, Vaporum; los mares centrales de la Luna.

Hoy Miraremos Sólo Algunos”, por supuesto según la fase en la que esté nuestro satélite. Pero dicha afirmación no es más que otra clave mnemotécnica para recordar a Humboldtianum, Marginis, Smythii y Australe, los mares del lado oriental lunar vistos de norte a sur.

En su orografía también se utilizan nombres terrestres, como los de los Montes Apenninus, los Carpatus o los Caucasus; o que recuerdan a grandes sabios: Copernicus, Kepler, Aristarchus, Anaxagoras, Aristóteles… No siempre es una nomenclatura lógica. Por ejemplo, Mare Orientale, nombrado en los años sesenta, se encuentra paradójicamente en el lado occidental.

Conocer la cara que los niños ven en ella, llena de cráteres de distintos tamaños según el impacto del cuerpo que los causó, no es tarea fácil. O bien uno la observa todas las noches o bien recurre a un atlas como, por ejemplo, el Atlas fotográfico de la Luna, de S. M. Chong, Albert C. H. Lim y P. S. Ang, donde se encuentra toda la información mencionada en este artículo, también las reglas mnemotécnicas, y mucha más.

Lo mejor es apostar por las dos opciones, que son de hecho complementarias. Destaca en este libro una descripción muy detallada del relieve lunar que puede ayudar al principiante a identificar lo que ve a través de los prismáticos o el telescopio. La Luna, que juega a las luces y las sombras, no lo pone fácil. No siempre se muestra en el mismo lugar ni con el mismo tamaño; tampoco del mismo modo (depende de la fase) ni durante el tiempo necesario para que el aficionado pueda observarla, o incluso sólo localizarla.

Para empezar, el primer día del ciclo no se ve, puesto que está en fase nueva. Noche tras noche se desvela, una expresión muy gráfica porque realmente parece que un velo negro se retraiga de este a oeste hasta mostrar descubierta su cara el día decimoquinto y volverla a ocultar totalmente cuando el ciclo, que tiene una duración aproximada de 29 días, finaliza.

Leído de corrido, el atlas puede hacerse pesado. No está pensado como libro de lectura, sino para, adaptándolo al ritmo de la Luna, cada noche consultar el capítulo y las imágenes, en blanco y negro, correspondientes. Éstas han sido escogidas entre 10.000 diapositivas tomadas a lo largo de un año utilizando una media de 120 rollos de película por noche.

Por tanto, lo que se muestra no es un mes seguido a foto diaria. Que nadie se desmotive si, después de intentos reiterados, no consigue el mismo resultado ni parecido. Además, es importante utilizar un telescopio con una óptica buena. Un detalle en el que hay que fijarse al leer el libro es que la mayoría de las fotografías aparecen orientadas con el sur hacia arriba y el este a la izquierda, coincidiendo con la imagen invertida que muestran los telescopios en el hemisferio norte.

Página tras página, uno comprueba que el relieve no se aprecia bien con Luna llena, puesto que la iluminación vertical lo aplana; sino cuando hay una zona sobre la cual la luz incide oblicuamente. Por ello, donde mejor se distinguen los accidentes orográficos es siempre en la zona límite con la oscuridad (tocando al velo, vaya). La ausencia de erosión ha permitido, al contrario que en la Tierra, que se conserve un registro de los impactos sufridos por el satélite, o sea que observándolo puede reconstruirse su historia geológica (selenológica).

Muy apropiado para los apasionados por la Luna, no en vano el título original era El reino de los lunáticos (por desgracia, vetado por la editorial), el detallado viaje por su superficie realizado con este atlas puede emprenderse con objetivos diversos: desde la simple visión de las imágenes hasta la lectura en detalle para aprender, por ejemplo, donde está el Mare Humorum (Mar de los Humores). Un libro bonito.

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El autor

Annia Domènech es Licenciada en Biología y Periodismo. Periodista científico responsable de la publicación caosyciencia.

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