Astrofotografía fácil: paisajes nocturnos

Daniel López / 07-11-2008

En los próximos artículos explicaremos con mayor detalle algunas de las técnicas comentadas en “Astrofotografía fácil: el abc”.

Empezamos hoy con la más fácil y asequible, que permite a cualquier persona que disponga de una cámara réflex digital, un objetivo gran angular, un cable disparador, un trípode, algo de imaginación y muchas ganas de cargar con todo, fotografiar paisajes nocturnos bajo la luz de las estrellas. Estas fotos, muy sencillas de conseguir y que pueden ser muy espectaculares, se consiguen captando el movimiento aparente estelar, que dibuja trazas en el cielo, junto al paisaje del lugar donde nos encontramos.

Hay que tener en cuenta que la cámara usa baterías y que, tras varias horas haciendo fotos, lo normal es que se agoten. Su duración es, además, menor cuanto más frío hace. Por tanto, hay que llevar como mínimo una de repuesto, que cambiaremos cuidadosamente antes de que deje de funcionar la primera. Usando un Grip (con un compartimento para dos baterías) doblamos el tiempo de trabajo. También aporta la posibilidad de utilizar pilas normales, si en alguna ocasión nos encontramos con todas las baterías agotadas. Según mi experiencia, dependiendo del modelo y en condiciones normales una batería puede durar algo más de una hora y media, por lo que de este modo podemos tener para unas cuatro horas de trabajo.

Una vez disponemos de todo el material, el siguiente paso es buscar un rincón con cierto encanto donde fundir el paisaje con las estrellas: ruinas, edificios, árboles, montañas, rocas… el único límite es nuestra imaginación. Casi cualquier escenario es bueno como primer plano de nuestro fondo estrellado.

Es recomendable llegar al sitio con algo de luz para estudiar sus posibilidades. Resulta interesante localizar el norte, y conocer así la posición de la estrella polar, aunque no es necesario apuntar directamente hacia ella. Podemos dirigir la cámara hacia cualquier zona del cielo, ya que buena parte de la originalidad de la fotografía dependerá del paisaje.

Una vez elegida la composición, el paso siguiente es enfocar con la cámara. Es una buena idea auto-enfocar al infinito utilizando un objeto lejano, como árboles o montañas, y colocar luego el foco en posición manual. Cuando empiecen a aparecer las primeras estrellas, haremos fotos de algunos segundos para enfocar con mayor precisión (con 20 segundos y un objetivo angular las estrellas deben salir puntuales en la foto). Podemos tomar una imagen, visualizarla en la pantalla de la cámara, hacer zoom en una estrella y, si no es puntual, “tocamos” ligeramente el foco, hasta que consigamos que aparezca como un punto.

Es importante recordar que en las estrellas es más acusado el efecto de las aberraciones cromáticas y las distorsiones producidas por el objetivo en los extremos del campo, por lo que es conveniente cerrar el diafragma a 2 ó 3 puntos de su capacidad máxima de apertura, para reducir así en la medida de lo posible estos defectos. La sensibilidad de la cámara es recomendable ajustarla a 400-800 ISO. Ahora sí está todo preparado para comenzar.

Lo óptimo es realizar estas fotos un día sin Luna, de modo que sea mayor la oscuridad del cielo y el contraste con las estrellas, pero en este caso es difícil conseguir que se vea algo del paisaje.

Para lograrlo, se puede jugar de varias maneras. Un truco que da buenos resultados es encuadrar nuestro motivo poco después de la puesta de Sol, con poca luz, y tomar varias fotos con diferentes tiempos de exposición. En estas fotos salen los detalles del entorno, que luego podemos añadir a la toma nocturna combinados con el movimiento de las estrellas.

Otra opción es elegir una noche en la cual la Luna salga varias horas después de la puesta de Sol. Si comenzamos las fotos a las diez de la noche y el satélite aparece a las dos de la mañana, dispondremos de cuatro horas para fotografiar las trazas estelares. Después podemos hacer varias tomas bajo la luz lunar con el fin de captar los elementos paisajísticos deseados, que incorporaremos a las imágenes con estrellas. Al final la combinación de la toma donde se recogen estos con las nocturnas da lugar a una composición muy interesante.

Existen numerosas técnicas que permiten hacer tomas de larga exposición. Dependiendo de la contaminación lumínica (CL) del lugar y de nuestra paciencia, optaremos por una u otra. Si disponemos de un disparador con un programador de disparos y la CL es elevada, podemos hacer fotos de poco tiempo de exposición, desde 30 segundos a unos pocos minutos. En este caso es fácil, sólo hay que programar el aparato para que realice tantas fotos como deseemos con un determinado tiempo de exposición, y dejar que trabaje solo. En cambio, con el clásico disparador por cable, la dificultad aumenta, ya que tendremos que pasar varias horas tomando fotos cada pocos minutos. Lo ideal en este caso es hacer fotos de como mínimo 10 ó 15 minutos de duración.

Al final de la sesión nocturna tendremos muchas imágenes de pequeñas trazas estelares, curiosas pero no demasiado espectaculares. Entonces interviene la informática: usaremos un programa que se encargará de reunir todas las imágenes en una sola. Tanto Photoshop como el programa gratuito Startrails, muy fácil e intuitivo de usar, sirven. Con esto conseguiremos reunir todas las pequeñas trazas y que aparezcan las líneas que cruzan el cielo.

En resumen, nada más fácil que encontrar un sitio tranquilo y recogido donde plantar el trípode con la cámara, apuntar al cielo y disfrutar de varias horas bajo el manto de estrellas mientras nuestra cámara recoge lo que será la imagen final de una agradable noche de observación nocturna.

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El autor

Daniel López es Técnico en Operaciones Telescópicas en el Observatorio del Teide (Instituto de Astrofísica de Canarias).

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