Occidente se hundía en la oscuridad de la Edad Media mientras en el mundo árabe - un vasto territorio que en el mapa actual abarcó desde Andalucía hasta la China y la India - las ciencias disfrutaban de una eclosión equiparable a la acaecida en la época griega o a la que protagonizó la Europa del siglo XVII.
El hambre de conocimiento que distinguió a esta civilización no se limitaba a una disciplina, sino que varias confluían en la búsqueda de una solución a una cuestión cualquiera y los sabios destacaban por su versatilidad en múltiples ámbitos del conocimiento: medicina, astronomía, matemáticas, filosofía... que entremezclaban tejiendo una visión global del cielo, la Tierra y la vida, así como de los encuentros entre ellos. Entonces, el saber no tenía fronteras conceptuales, en contraposición con una actualidad en la que el hombre está imbuido del concepto de especialización.
Se considera ciencia árabe a la escrita en esta lengua, independientemente de la procedencia y religión de sus representantes. Se distinguió por ser ecléctica, tanto en su presente, en el que se nutría de contribuciones ajenas, siendo receptiva a influencias de la India, China o Bizancio; como en su pasado, bebiendo principalmente de fuentes griegas y, en menor medida, egipcias y babilónicas.
En la Península Ibérica, se denominó Al-Andalus, en árabe "tierra de los vándalos", a la zona de ocupación musulmana desde el siglo VIII hasta finales del XV, cuya extensión dependía del avance o retroceso de los hispano-musulmanes y castellano-aragoneses enfrentados. La influencia de Oriente empezó en el s. IX, tras la Conquista, con las peregrinaciones a La Meca y el comercio como correo. En el siglo X, a pesar de que el califato de Córdoba era un centro neurálgico del conocimiento, todavía se viajaba a Oriente para estudiar con los maestros, pero cuando la cultura hispanoárabe se consolidó un siglo más tarde, no se mantuvo el mismo intercambio ni cultural ni personal.
El declive de la hegemonía árabe comienza en el siglo XII. En Occidente, la Reconquista avanza ineluctablemente y el Oriente Musulman sufre desde el siglo anterior la invasión de otros pueblos, como el turco, los cuales modifican una estructura social asentada que propiciaba el avance cognitivo.
El milagro de la ciencia árabe - incorporar el conocimiento existente, su desarrollo y divulgación - es deudor de la traducción. Considerada un saber más, salvó el escollo idiomático disuasorio de la incorporación de las ciencias de la Antigüedad al mundo árabe. En el siglo IX, muchos textos originalmente en griego y siríaco ya podían ser consultados en árabe. Ello contribuyó al comienzo y avance de la ciencia en esta lengua que no se limitó a ser mera copia del saber clásico, pese a que en el s. XIX europeo se creyera que la ausencia de democracia y las constricciones inherentes a la religión musulmana no habían dotado a esta cultura de la libertad requerida para la originalidad de pensamiento.
A su vez, la ciencia árabe se traducía con celeridad a otras lenguas: griego y latín, principalmente, y castellano o catalán, ya en el siglo XIII. Incluso se utilizaba la llamada traducción a cuatro manos, que consistía en que un mozárabe traducía oralmente del árabe al romance y un clérigo de éste al latín. A partir del s. XIV disminuyó la cadencia, pero ya había existido suficiente trasvase de saberes para cimentar la aparición del Renacimiento en Occidente. Los libros de saber árabe no sólo fueron disfrute de eruditos, sino que se utilizaron como manuales en las universidades europeas de los siglos XVI y XVII. Su amplia difusión fue posible gracias a la invención de la imprenta por Gutenberg a mediados del siglo XV.
Los reyes cristianos incentivaron la traducción en los territorios reconquistados fundando escuelas de traductores como la de Toledo. Paradójicamente, no sólo los tratados árabes fueron traducidos al latín o hebreo. La obra clásica (Aristóteles, Arquímedes, Ptolomeo, Euclides, etc.) se conoció en Occidente a partir de su traducción árabe mucho antes que del original griego. Incluso los escritos del mundo cristiano eran con frecuencia recopilaciones de textos árabes, como los Libros del saber de astronomía alfonsíes sobre instrumentación astronómica, del rey Alfonso X el Sabio, cuando no copias literales. En el mundo árabe se llegó a prohibir la venta de libros árabes a judíos y cristianos porque robaban la autoría a los musulmanes. Asimismo, no pocos eruditos al caer prisioneros durante la Reconquista fueron utilizados como maestros por los cristianos. Occidente no infravaloraba entonces la excelencia de la cultura árabe.
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Annia Domènech es Licenciada en Biología y Periodismo. Periodista científico responsable de la publicación caosyciencia.
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