Intuitivamente uno tiene la impresión de que el número de monumentos a proteger aumenta continuamente, sin duda por una mayor conciencia de los bienes de la Humanidad y, quizás también, porque el paso del tiempo convierten lo habitual en otras épocas en algo digno de preservación. Pero algunas creaciones que deben preservarse son de acceso complicado. Para ellas, un sistema de “vigilancia” remoto podría ser de gran utilidad. Esto pensaron un grupo de ingenieros de la Universidad de Sevilla, que se han dedicado a espiar al Giraldillo, la escultura-veleta situada encima de la Giralda, durante cinco años mediante sensores. Entre otros resultados, han encontrado que requiere un viento a 10 m/s para moverse y que no presenta valores anormales en las frecuencias de vibración y respuesta mecánica.
Créditos imagen:
Giraldillo en el taller de restauración antes de subirlo a La Giralda - Solís et al.
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Annia Domènech es Licenciada en Biología y Periodismo. Periodista científico responsable de la publicación caosyciencia.